miércoles, 18 de noviembre de 2009

Paganini y su pacto con el diablo





Nicolò Paganini fue el hijo de Antonio, un parroquiano que tocaba la mandolina y el violín, y cuya esposa era amante de la música. Antonio comenzó a enseñarle a Nicolò a tocar la mandollina a los cinco años y el violín, dos años después. Le hacía practicar a su hijo desde la mañana hasta la noche, y cuando la concentración del joven Paganini vacilaba, su padre lo privaba de su ración de comida. Apesar de esto, el niño era sostenido por su profundamente religiosa madre.



A los diez años Paganini se presentó en público por primera vez y cuando tenía trece fue llevado a Parma para estudiar junto a Alessandro Rolla, quien, sin embargo, rechazó a Nicolò argumentando que ya sabía todo lo que él podía enseñarle. A pesar de ello el músico continuó estudiando composición y aprendió varios trucos sobre el oficio de violinista de viejos instrumentistas.

En Viena, los miembros de sus audiencias tomaban asiento dos horas antes de que comenzara la presentación por temor a perder sus lugares. En Leipzig, el afamado profesor de piano Friedrich Wieck, padre de Clara Schumann, anotó en su diario: “Nunca ha nacido un artista que sea tan magnífico e incomparable como él en tantos géneros.”

En Berlín, Mendelssohn escribió a su amigo Ignaz Moscheles: “Su ejecución está más allá de todo concepto ya que jamás se equivoca. Pides demasiado si esperas que te de una descripción de sus interpretaciones. Me tomaría una carta entera hacerlo, pues él es tan original, tan único, que requeriría un análisis exhaustivo el transmitir una impresión de su estilo.”

El joven Chopin oyó a Paganini en Warsaw en 1829 y se sintió obligado a conmemorar el evento mediante la escritura de una pequeña pieza, Souvenir de Paganini.

Robert Schumann transcribió para el piano doce de los 24 caprichos de Paganini y nombró una sección del Carnaval, una de sus obras maestras para piano solo, en honor a Nicolò.


Rossini, Donizetti, Liszt, Delacroix, George Sand y muchos otros famosos profesionales del arte asistieron a su debut musical en París en1831, y fueron deslumbrados por su música y su estilo interpretativo.

Las leyendas sobre el autor se esparcieron velozmente. Una de ellas contaba que había aprendido a tocar el violín durante sus largos años en prisión (por haber asesinado a otro amante de su amante). Otro mito hacía referencia a un misterioso pacto con el diablo, el cual, según algunos, era la causa de su perfecta ejecución de violín. Durante algunos años, Paganini animó y manipuló hábilmente estos absurdos cuentos, pero con el tiempo se hartó de todos ellos y los negó; sin embargo continuaron arraigados en la conciencia de su público.

Durante los años de su gran éxito, Nicolò fue criticado por avaro, pero los hechos desmienten esta calumnia: sus frecuentes presentaciones por caridad, su insistencia por tomar completa responsabilidad humana y financiera sobre los hijos que tuvo con una de sus amantes y su regalo de 20.000 francos al poco apreciado Berlioz para la composición de Harold en Italia, son sólo algunos de los ejemplos de extrema generosidad por su parte. A partir de los 50 años de edad, la salud de Paganini había comenzado a declinar seriamente ya que sufría de una dolencia respiratoria. También su fortuna comenzó a desaparecer.

Paganini es muy recordado por su inexplicable y endemoniada habilidad con el violín, podía interpretar obras de gran dificultad únicamente con una sola de las cuatro cuerdas del instrumento (retirando primero las otras tres, de manera que éstas no se rompieran durante su actuación), y continuar tocando a dos o tres voces, de forma que parecían varios los violines que sonaban. Esto indica lo cercano que estaba su arte al mundo del espectáculo. Sus obras incluyen veinticuatro caprichos para violín solo (1801-1807), seis conciertos para violín y orquesta y varias sonatas.


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