martes, 3 de noviembre de 2009

Las cartas que me escribió



Por Bárbara Alewaerts
Soren Kierkegaard considera que hay tres formas o estadios de existencia humana: el estético, el ético y el religioso. El autor hace hincapié en que la persona que solo vive para el presente, aquel que no escoge, sino que salta de una experiencia a otra, confiando solo en su sensibilidad, es un esteta: que empobrece su personalidad y desemboca en el hastío.
“Diario de un seductor” es una obra en la que cualquier mujer se identifica en algún mundo ilusorio con Cordelia, aquella que sabe representar al estereotipo perfecto de la mujer seducida y enamorada, que nunca fue engañada y que tenía libertad perfecta, una mujer que actuaba objetando por totalidad al aspecto físico.
La obra recopila las cartas que Cordelia le escribía a su amado y las que su amado escribía a ella. Cartas que cualquier amante del amor soñaría recibir o escribir, para lo cual primero debiera atreverse a sentir como Kierkegaard, algo que parece estar muy lejano al mundo posible y real.

A veces no se trata de sentir sino de vivenciar, no son eternos los momentos en los que el amor se presenta de manera tan audaz, como se presenta en esta obra el amor hacía Cordelia. Pero se vuelve eterno el vivenciar ese amor cada día, en cada instante, en cada carta.
-Mozo, un café por favor
Y sigo releyendo, quizás por novena vez –si mal no recuerdo- esta apasionante obra de este palpitante hombre, que no solo supo escribir al amor como a mi entender ni Shakespeare pudo, sino que además lo supo vivir y hacer revivir en quien ha logrado sentir cada palabra de sus cartas, en su corazón.
Nadie podría decir que esta obra lo conmueve ¡porque no conmueve! Esta obra mueve hasta lo más inamovible del espíritu… por lo menos a mí, que me considero un poco extra sensible, pero con una sensibilidad que logra transportarme hasta lo más elevado del mundo emocional.
-Mozo, un café por favor
-¿Otro?
-Si por favor.
El bar está por cerrar. Yo no me siento invadida por ese ruido tan insoportable de las sillas casi reventadas sobre las mesas, por el contrario, me siento tan extraída de ese mundo. Me siento en el mundo de él, me siento como si fuera esa Cordelia, con esa manera de ignorar tan cruel que termina por generarme cierta bronca, de tanta envidia y cierta envidia de tanta bronca.
Quisiera ser Cordelia… por un instante. Quisiera ser esa seducida. ¿Quién no quisiera ser Cordelia al menos por un instante?
¿Hace falta que los invite a leer esta maravillosa obra que más que una obra es un sueño de amor, un sueño de amor concreto?

Si queres saber más sobre el autor, hace click sobre su nombre Soren Kierkegaard

1 comentario:

  1. Hermoso análisis y más hermoso aún cómo expresas algo que evidentemente es muy vívido en quien escribe:El Amor!! Gracias

    ResponderEliminar